Sabias que:
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El 43% de todos los adultos sufren trastornos de la salud
causados por el estrés
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Entre el 75% y el 90% de todas las visitas al consultorio médico
se deben a enfermedades y trastornos relacionados al estrés
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El estrés puede ser responsable de problemas muy comunes como dolores de cabeza, presión arterial alta, problemas cardíacos, diabetes, afecciones de la piel, caída del pelo, asma, artritis, alteraciones del sueño, depresión y ansiedad
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El estrés ha sido identificado como uno de los riesgos más importantes en el panorama laboral actual
¿Que es el estrés?
El estrés es una parte normal de la vida, es cualquier cambio en el entorno que requiere que su cuerpo reaccione y se ajuste en respuesta. El cuerpo reacciona a estos cambios con respuestas físicas, mentales y emocionales.
El estrés puede ser positivo («eustrés») – es lo que nos mantiene alertas y listos para evitar el peligro. Normalmente, cuando el estrés se atenúa, el cuerpo recupera el equilibrio y volvemos a sentirnos tranquilos otra vez.
El estrés se vuelve negativo («distrés») cuando enfrentamos desafíos continuos sin alivio o relajación entre ellos. Como resultado, nos sobrecargamos y aumenta la tensión relacionada con el estrés.
La activación continua del sistema nervioso ‒al experimentar la «respuesta de estrés»‒ provoca el desgaste del organismo.
¿Que pasa cuando nos sentimos estresados?
Ante una amenaza inminente, el sistema inmunitario y el procesamiento de alimentos no son importantes. Estas funciones se desactivan para conservar toda la energía posible para el uso de los músculos, que son necesarios en la respuesta de lucha o huida.
En estado de estrés nuestro organismo libera hormonas del estrés como el cortisól, que nos ayuda a enfrentar la amenaza, pero al mismo tiempo inhibe el sistema inmunitario y las vías inflamatorias y nos volvemos más vulnerables a las infecciones y a las inflamaciones crónicas. Nuestra capacidad de defendernos de la enfermedad se reduce.
Estrés y Respiración
Cuando estamos estresados, el sistema respiratorio sufre el efecto inmediato. Nos suele costar más respirar y lo hacemos más deprisa en un intento de llevar rápidamente sangre rica en oxígeno al cuerpo.
Por lo general, las personas ansiosas toman respiraciones pequeñas y superficiales, usando sus hombros en lugar de su diafragma para mover el aire dentro y fuera de sus pulmones, como parte de la respuesta de lucha o huida. Este estilo de respiración altera el equilibrio de gases en el cuerpo. La respiración excesiva o hiperventilación superficial puede prolongar los sentimientos de ansiedad al empeorar los síntomas físicos del estrés. Esto luego se transforma en un círculo vicioso que nos hará sentir más y más ansiosos.